Dar la vuelta al Estany de Banyoles es una actividad cotidiana para muchas personas
Todas las poblaciones tienen un espacio de paseo y socialización por excelencia, pero los bañolinos no nos andamos con migajas: nuestro paseo básico consiste en un itinerario circular i plano en forma de ocho que bordea la masa de agua continental más grande de Cataluña. Esto supone una gran ventaja respecto al resto del mundo en términos de salud, socialización y disfrute estético y natural, porque durante estos casi siete kilómetros, que se pueden hacer caminando, corriendo o en bicicleta, las ocasiones para confraternizar, observar el paisaje, la fauna y la flora, o simplemente embelesarse con los cambios de color del lago, se multiplican. Para los que quieren más, el recorrido se puede alargar con paradas en las lagunas, las fuentes, los miradores o la iglesia románica de Porqueres, entre otros puntos de interés.
¿Y cómo no íbamos a bañarnos?
Una masa tan grande de agua despierta un deseo irrefrenable de sumergirse en ella. ¡Pero cuidado! El baño está restringido a tres puntos, todos situados al lado este Estany de Banyoles: la Caseta de Fusta, de acceso público y gratuito, dotada de servicio de socorrista; los Banys Vells, un espacio de bar y terraza que incluye la posibilidad de acceder al agua, y el Club Natació Banyoles, una instalación deportiva con entrada de pago para los no socios. Si lo que queréis es cruzar el lago nadando, podéis participar en la Travessia de l’Estany, en la que cada septiembre cientos de nadadores recorren los 2.115 m de longitud del lago. Con ganadores tan ilustres como Mireia Belmonte, esta competición celebró en 2018 su septuagésimo quinto aniversario, contando con hasta 2.700 inscritos.